lunes, 4 de abril de 2011

ADOSADOS
ALICIA CONTRA EL ESPEJO


FOTOGRAFÍA: SELENE EDDINE RODRÍGUEZ

TEXTO: SANTIAGO PAZOS


Si se escribiese hoy una tercera parte sobre el conocido personaje de Lewis Carroll, “Alicia contra el espejo” podría ser un buen título. Y la foto de Selene Eddine Rodríguez podría servir perfectamente de icono de referencia. Un rostro que parece querer escapar de su propio reflejo y de las sombras que lo acechan.
Por supuesto tendría que abordar, por una parte las muchas conquistas sociales que la mujer ha conseguido desde el siglo XIX, y por otra las muchas realidades alarmantes que acechan su existencia hoy día en cualquier lugar del mundo. Las que le afectan como a todos los seres humanos y las que la penalizan doblemente por el hecho de ser mujer.
El espejo en el que Alicia se miraba, el espejo onírico que Lewis Carroll crea para ella, era un espejo que reflejaba la realidad que se escondía tras la mentira moralista, tras los principios de una cultura puritana que actuaba como freno para el desarrollo del ser humano. A través de la caricatura descarnada y cómica de una sociedad caduca que se niega a evolucionar, Carroll desmonta, irónico y socarrón, muchos de los convencionalismos de la sociedad victoriana en la que vivió.  
Pero Alicia contra el espejo es ya una realidad, no quiere ser un reflejo que se proyecta en un espejo, huye de las sombras, sabe que su lucha por la igualdad la convierte en garante de una sociedad más justa donde las condiciones laborales no la perjudiquen, donde los centros de decisión no la marginen. Una sociedad en la que ella es dueña de su presente y su futuro.  
Alicia contra el espejo conoce lo que pasa en Ciudad Juárez donde cientos de jovencitas son asesinadas y enterradas en el desierto, después de ser violadas, por hombres a los que la policía no busca, muchachas que trabajan a destajo para grandes multinacionales buscando un futuro maravilloso que nunca llegarán a ver ni a disfrutar.
Alicia contra el espejo sabe que, en Tailandia, las mafias de la prostitución infantil actúan a la luz del día, sin ningún tipo de control, ofreciendo carne fresca a bajo precio a los turistas occidentales, turistas que en sus países desarrollados actúan como guardianes de la moral más exquisita y bienpensante.
Alicia contra el espejo sabe también que la exclusiva camiseta que luce ha sido cortada y manufacturada por niños y niñas que trabajan de sol a sol en talleres infrahumanos, cuando no clandestinos y en régimen de esclavitud, dentro de esta sociedad avanzada que llamamos globalización.
Alicia contra el espejo es una mujer que lucha por poner al descubierto la mezquindad imperante y por mantener despierta una utopía que, día tras día, es más realidad que cuento.


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