sábado, 24 de septiembre de 2016

ACTIVISMO MUSICAL


ACTIVISMO MUSICAL

DaTorres


Es posible que este artículo sea tan solo el reflejo del grito de una frustración, una pequeña parte de una reflexión más profunda, larga e imprescindible que en algún momento, más pronto que tarde, tendremos que hacer los que amamos la música. Yo creo firmemente que hay vida más allá del mercado, que hay millones de millones de personas haciendo música alrededor del mundo y que, siendo así, no puede ser cierto que todos los músicos estén obsesionados con cuatros por cuatros, tres por cuatros, escalas memorizadas a base de repeticiones y falta de criterio propio para plantearse que podría haber una vida armónica más allá de la partitura.

Es por eso que, si hay una constante común durante los años que llevo pululando por esta tierra “nuestra”, esa es el intento de comunicarme con los demás por medio de mi creatividad. Fundamentalmente a través de la música. Y hay también un trabajo permanente en busca de un estilo o sonido propio, tarea bastante arriesgada a nivel personal, ya que el vértigo es inevitable cuando ese viaje personal te conduce al aislamiento y lo que, a todas luces, parece incomprensión por parte del resto de los habitantes del planeta hacia un sonido que personalmente considero, como mínimo, particular.


También me parece curiosa la obsesión masiva por la repetición de una canción, porque si todo muta en la naturaleza a cada instante, si nada es lo mismo de lo que fue una fracción de segundo antes, si no sentimos dos veces la misma emoción ni vemos dos veces a la misma persona por aquello de que nada existe a parte del presente más consciente, si todo esto es verdadero y parece serlo desde el momento en que muchos lo creen, ¿cómo puede ser posible que la industria musical insista en llenarnos los oídos con sonidos de formas armónicas, rítmicas y melódicas totalmente previsibles?

En mi opinión no es necesario hacer ninguna revolución específica ya que la mera existencia es suficientemente revolucionaria de por sí. Sin embargo, sí es oportuno mantener una actitud combativa desde la convicción de que nos merecemos una vida plena.  Y con esta plenitud como base de toda acción vital, convertir la propia vida en obra de arte. Así, mezclando ideas de orígenes dispares, podría decirse que la muerte es vida y que, siendo como somos seres únicos, cada uno de nosotros podríamos hacer creaciones todas distintas entre sí y todas sublimes en su singularidad. 


Claro está que no nos permiten que así sea, porque esa actitud alternativa, esa dedicación activa, afecta directamente a sus intereses económicos. Podemos comprobarlo en la insistencia que tienen los vendedores de canciones por repartir sonidos uniformes y empalagosos como únicas alternativas musicales. Sonidos con los que podría pensarse que buscan una homogeneización masiva de la población a base de estímulos que podrían considerarse ataques a la inteligencia. Me refiero a un ataque en toda regla. Como objetivo final podría pensarse que buscan crear un bucle de pensamiento como dinámica intelectual mayoritaria para así hacer más manejable al sujeto-objeto actual.

Nunca podremos ser observadores neutros e imparciales de una situación. Por ello, y siendo el mundo un lugar bello, poblado de bellos seres que hacen lo que pueden por ser felices/serenos en una realidad humana que a todas luces es incoherente, no queda otra opción que la de enfrentarse a los gigantes disfrazados de molinos que azotan el viento como muestra de fuerza bruta e inmisericorde con el dolor ajeno.

Todos artistas. Todos creadores. En consecuencia, todos activistas.


PD; Aquí está el enlace para que escuchéis mis últimas grabaciones:



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