lunes, 3 de octubre de 2016

KULUNKA TEATRO

(FIOT 2016)
XXV FESTIVAL INTERNACIONAL OUTONO DE TEATRO DE CARBALLO

DESOLACIÓN
(A propósito de “Solitudes” de Kulunka Teatro)

SANTIAGO PAZOS


Decía ayer que en el teatro es fundamental disponer de un relato aunque sea abstracto sobre el que se sostenga todo lo que sucede en escena. Y creo que también en nuestra vida cotidiana necesitamos de un relato que la llene de sentido, una dinámica sentimental que cuando se rompe, por los motivos que sean, corremos el riesgo de que todo lo que está bajo nuestros pies se resquebraje y que dentro de nuestra cabeza se haga para siempre la noche hundiéndonos en la desolación.

Y Kulunka, como ya demostraron con “André y Dorine”, dominan la narrativa del drama sin necesidad de articular una sola palabra, con un estilo sencillo y directo, sin artimañas. Es decir, van a saco. 

Con unas máscaras que transmiten realidad y sentimiento sin necesidad de mover un solo músculo de la cara, afrontan una temática tan comprometida y planteada tan descarnadamente que toca sin ningún pudor la fibra más sensible del ser humano y se convierte en una bofetada a la conciencia.


Diría que casi no se les puede poner un pero. Y sin embargo creo que en algunos momentos de este dramón sin paliativos muchos espectadores, entre los que me incluyo, y no por evadirnos de la crudeza del problema de la soledad, el abandono de nuestros mayores y la incomprensión de las necesidades ajenas, hubiésemos preferido más metáforas y no tanta víscera, menos brocha gorda y más sutilezas, un poco más de reflexión serena y no tanta apelación a la lágrima.

Recursos le sobran a Kulunka para transmitir todo tipo de sentimientos sin necesidad de recurrir a tanta víscera. Un ejemplo es esa alegórica mosca que capta nuestra atención como queriendo aliviar con ironía nuestra desazón. Quizás el elemento más inteligente, desde mi punto de vista, de toda la obra. 

Y también es posible que algunos temas, como el que se trata en “Solitude”, sólo pueden ser contados desde la aspereza para recordarnos que pretender observar la realidad desde el patio de butacas sin implicarnos en ella directamente es un acto de cobardía.

Salud



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