(FIOT 2014)
XXIII FESTIVAL INTERNACIONAL OUTONO DE TEATRO DE CARBALLO
LICENCIAS DE LA PÚRPURA
(A propósito de “El asno de oro” de Rafael Álvarez “El brujo”)
SANTIAGO PAZOS
La primera vez que vi en directo a Rafael Álvarez “El brujo” fue
en 1995, en Medina del Campo con “El Lazarillo de Tormes”, y me cautivó con
aquella manera fresca y natural de expresarse. Actuaba como un pícaro que le
hurtaba, sin aparente esfuerzo, la personalidad al original. Y volví a verle en
el FIOT 2005, con “San Francisco juglar de Dios”, más maduro, elegante en sus
movimientos, controlando y dominando la escena con registros muy variados. Me
sorprendió sobre todo por la seguridad con la que se movía sobre el escenario
como convencido de que el verdadero protagonista de la obra era él mismo. El
actor utilizaba al personaje como una excusa para mostrar con todo su esplendor
sus cualidades profesionales.
Esa suplantación de papeles se manifiesta con más evidencia si
cabe en “El asno de oro” de Lucio Apuleyo. Aspecto que no supone ningún
inconveniente si la comunión del público con su ídolo admirado es perfecta,
pero cuando las ligaduras de ese matrimonio de conveniencia se van aflojando,
los defectos y las carencias se hacen visibles y el malestar mutuo inunda la
relación.
Y, aunque cuando esto pasa, buscar culpables se convierte en una
tarea esquizofrénica, si lo situamos en el terreno de las responsabilidades,
por mucha frialdad que mostrase el público de Carballo (que personalmente no me
pareció tanta como para influir tan definitivamente en el espectáculo), parece
evidente que el gran actor monologuista debiera tener recursos suficientes para
cambiar el rumbo en ese divorcio inesperado.
Más bien parece que, a veces, la púrpura se arroga unas
licencias que su peso, por muy grande que sea, no soporta. Y añadiremos otro
inconveniente, cuando las expectativas del público son muy altas, justificadamente o no, la capacidad de decepcionarse crece exponencialmente.
Ayer tuvimos por momentos a un gran Brujo, y a otro mediocre que
se colaba en la
representación, de vez en vez, sin estar acreditado, de ahí que convenció y
defraudó a partes iguales y puso de manifiesto algo que muchas veces olvidamos,
en el teatro todo está por hacer y nada se tiene ganado hasta que la función
acaba.
Salud
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