martes, 29 de marzo de 2011


LA FUERZA DE LAS PALABRAS


A PROPÓSITO DE “MEMORIA DE HELENA Y MARÍA”
DE TEATRO DO ATLÁNTICO


Mucho se ha hablado estos días, coincidiendo con los premios María Casares y el Día Mundial del Teatro, de los efectos de la crisis económica sobre el teatro gallego. Y creo que, en general, de modo muy acertado. A nadie se le escapa que montar ahora un gran espectáculo es casi un suicidio hipotecario. Me refiero obviamente a montar obras con muchos actores y grandes escenografías.
En la situación actual, la Administración debiera ser más diligente y no tratar la cultura desde presupuestos de rentabilidad económica, cuando como bien señalaba Ramón Villares, el teatro, la cultura es marca de país, y los profesionales debieran asumir que la pasividad y la apatía son el peor enemigo de la profesión, como remarcaba Morris.
En esa línea mantenía yo también, en otro artículo sobre el tema publicado en este Blog, que el teatro no puede caer en la dinámica de la subsistencia y producir espectáculos que además de baratos son de baja calidad artística, como hemos podido comprobar este invierno en Carballo. Me temo que la crisis económica puede venir acompañada de una crisis aún mucho peor que es la que atañe a las ideas.
La excepción, que no sé si confirma la regla o no y de la que desconozco el coste, la pudimos disfrutar este pasado viernes con la representación de “Memoria de Helena y María” de Teatro do Atlántico.
Un texto poderoso de Roberto Salgueiro que, sin necesidad de descubrirnos nada nuevo sobre el tan manido tema de la Guerra Civil, abandona los excesos sensibleros o las proclamas panfletarias y utiliza la sencillez y la claridad para mostrarnos la realidad desnuda, íntima, de dos víctimas que intentan entender y explicarnos unos acontecimientos mortales que ellas no buscaron ni provocaron.
La intensidad, sensibilidad y sentimiento que tanto Lucía Regueiro como María Barcala ponen en cada frase que pronuncian, con los gestos y movimientos justos, es de premio, dos actrices que se dejan la piel sobre el escenario.
Un director, Xulio Lago, que mide los tiempos y el espacio con ojo y reloj de espectador exigente, y que entendió acertadamente que todo en esta obra circula alrededor de la fuerza de las palabras.  
Una escenografía sencilla, de Rodrigo Roel, que delimita muy bien los espacios de dos escenas que se desarrollan en un mismo plano, con un sistema de celosías que encarcelan o liberan, ayudándose de una iluminación, de Xulio Lago, que sutilmente crea los ambientes deseados enfocando u oscureciendo la acción protagonista. Y  una música original, de Fran Pérez “Narf”, que toca la fibra del más templado.
Todos estos elementos sumando y funcionando como un engranaje bien engrasado, sin estridencia alguna, mantienen la atención del público desde el primer al último minuto con una complicidad que no veía desde hace tiempo. Como dicen en el programa de mano: “palabras e atmosferas que van conformando a paisaxe na que se desenvolve esta conmovedora memoria de Helena e María”.
Al salir del teatro me reprochaba un amigo que no destacase ningún defecto, a lo que respondí que seguramente habría más de uno, pero que los aciertos me habían gustado tanto que los defectos, si es que los hubo, los había olvidado.
Si tienen oportunidad, vayan a verla sin dudarlo.

SANTIAGO PAZOS


3 comentarios:

Anónimo dijo...

Como casi siempre, de acuerdo contigo.
Me alegra que hayas disfrutado del espectáculo porque sabes también que lo siento cuando convenimos que alguna de las obras merecerían "outra voltiña".
Salud!!

Anónimo dijo...

Pois mira ti que eu non fun ver esta obra e o ler o teu articulo quédome con moitas ganas porque que ti non poñas ningunha crítica paréceme raro jejje... é broma!! pero imaxino que gustándoche tanto como dis que che gustou, a min íbame encantarrr... MANU

santipazos dijo...

No llega a la nota de "La función por hacer" que vimos en el FIOT pasado, pero salí con tan buenas vibraciones que recrearme en los pequeños defectos hubiese sido de mal gusto