ACTIVISMO MUSICAL
DaTorres
Es posible que este artículo sea tan solo el reflejo del grito de una
frustración, una pequeña parte de una reflexión más profunda, larga e
imprescindible que en algún momento, más pronto que tarde, tendremos que hacer
los que amamos la música. Yo creo firmemente que hay vida más allá del mercado,
que hay millones de millones de personas haciendo música alrededor del mundo y
que, siendo así, no puede ser cierto que todos los músicos estén obsesionados
con cuatros por cuatros, tres por cuatros, escalas memorizadas a base de
repeticiones y falta de criterio propio para plantearse que podría haber una
vida armónica más allá de la partitura.
Es por eso que, si hay una constante común durante los años que llevo pululando
por esta tierra “nuestra”, esa es el intento de comunicarme con los demás por
medio de mi creatividad. Fundamentalmente a través de la música. Y hay también
un trabajo permanente en busca de un estilo o sonido propio, tarea bastante
arriesgada a nivel personal, ya que el vértigo es inevitable cuando ese viaje
personal te conduce al aislamiento y lo que, a todas luces, parece incomprensión
por parte del resto de los habitantes del planeta hacia un sonido que personalmente
considero, como mínimo, particular.
También me parece curiosa la obsesión masiva por la repetición de una canción,
porque si todo muta en la naturaleza a cada instante, si nada es lo mismo de lo
que fue una fracción de segundo antes, si no sentimos dos veces la misma emoción
ni vemos dos veces a la misma persona por aquello de que nada existe a parte
del presente más consciente, si todo esto es verdadero y parece serlo desde el
momento en que muchos lo creen, ¿cómo puede ser posible que la industria
musical insista en llenarnos los oídos con sonidos de formas armónicas, rítmicas
y melódicas totalmente previsibles?
En mi opinión no es necesario hacer ninguna revolución específica ya
que la mera existencia es suficientemente revolucionaria de por sí. Sin embargo,
sí es oportuno mantener una actitud combativa desde la convicción de que nos
merecemos una vida plena. Y con esta
plenitud como base de toda acción vital, convertir la propia vida en obra de
arte. Así, mezclando ideas de orígenes dispares, podría decirse que la muerte
es vida y que, siendo como somos seres únicos, cada uno de nosotros podríamos
hacer creaciones todas distintas entre sí y todas sublimes en su singularidad.
Claro está que no nos permiten que así sea, porque esa actitud
alternativa, esa dedicación activa, afecta directamente a sus intereses
económicos. Podemos comprobarlo en la insistencia que tienen los vendedores de
canciones por repartir sonidos uniformes y empalagosos como únicas alternativas
musicales. Sonidos con los que podría pensarse que buscan una homogeneización
masiva de la población a base de estímulos que podrían considerarse ataques a
la inteligencia. Me refiero a un ataque en toda regla. Como objetivo final podría
pensarse que buscan crear un bucle de pensamiento como dinámica intelectual mayoritaria
para así hacer más manejable al sujeto-objeto actual.
Nunca podremos ser observadores neutros e imparciales de una situación.
Por ello, y siendo el mundo un lugar bello, poblado de bellos seres que hacen
lo que pueden por ser felices/serenos en una realidad humana que a todas luces
es incoherente, no queda otra opción que la de enfrentarse a los gigantes
disfrazados de molinos que azotan el viento como muestra de fuerza bruta e
inmisericorde con el dolor ajeno.
Todos artistas. Todos creadores. En consecuencia, todos activistas.
PD; Aquí está el enlace para que escuchéis mis últimas grabaciones:
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