(FIOT 2016)
XXV FESTIVAL INTERNACIONAL OUTONO DE TEATRO DE CARBALLO
POR ACASO Y POR FORTUNA
(A propósito de “Rinconete y Cortadillo” de Sexpeare Teatro)
SANTIAGO PAZOS
Será por acaso, por casualidad, o porque a veces así lo quiere
la buena fortuna, que en un mismo punto confluyen un grupo de personas que se
complementan con armonía, con ideas y propuestas que casan perfectamente, para
dar vida a un proyecto teatral que enriquece y divierte. Será por acaso, y por
fortuna es.
Siempre insisto que cuando se va al teatro, y en otras múltiples
circunstancias de la vida también, hay que dejar en casa los prejuicios. Lo
recuerdo aquí, porque he de aclarar que mi experiencia con los espectáculos de
Sexpeare Teatro no era muy positiva, quizás porque ese humor entre abstracto y
simplista que frecuentan no me llega, quizás porque desconozco, o no pillo, los
códigos y referencias que utilizan, quizás porque sus propuestas escénicas se
me antojaron poco ¿serias? para formar parte del programa de sala del fiot,
aunque sí para la más informal Rúa dos contos, o quizás porque nunca me
encontraron con la disposición adecuada. Me pasó, con “H, el pequeño niño obeso
quiere ser cineasta”, con “For sale” y con “El título de este espectáculo no es
mi madre”, que no consiguieron llenarme por completo y con las tres me
surgieron más peros que carcajadas.
Rulo Pardo y Santiago Molero en el Café con...
Sin embargo, en “Rinconete y Cortadillo” he disfrutado de dos
buenos actores cómicos, Santiago Molero y Rulo Pardo, que son capaces de llenar
de gracia y ternura, a partes iguales, una comedia cargada de tintes dramáticos
y maldiciones, que exige interpretaciones con grandes dosis de desparpajo y, al
mismo tiempo, mucha contención. Justa medida que en ningún momento se ve
desbordada y ni siquiera cuando acuden a las “típicas ocurrencias marca de la
casa Sexpeare” resultan extemporáneos o anacrónicos.
Y será por acaso, por casualidad, o por fortuna que en este
proyecto confluyan un autor como Alberto Conejero, que da continuidad a la ejemplar
novela picaresca de Cervantes con calidad literaria, con un texto lingüísticamente rico,
con “palabras que permanecen”, ágil en los diálogos y con una trama divertida y
emocionante; un director como Salva Bolta que imprime, con mucha sabiduría, el
ritmo apropiado y envolvente a la narración dramática; y la genial iluminación
de Marino Zabaleta, parte fundamental e imprescindible de la propia concepción
estética y dramática de la obra, sin la cual, creo sinceramente, este proyecto
estaría totalmente cojo.
En definitiva, insisto, será por acaso, por casualidad, por la
gran profesionalidad que demostraron, por ese tragicómico homenaje final ten sentido y elegante a cómicos y payasos, o porque ayer sí estaba yo con buena
disposición, se ganaron un merecido aplauso.
Salud
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