sábado, 15 de octubre de 2011

TORVALDO FURIOSO

(FIOT 2011)
XX FESTIVAL INTERNACIONAL OUTONO DE TEATRO DE CARBALLO

LA EMOCIÓN DEL SILENCIO
(A propósito de Torvaldo Furioso, de El Óbolo Producciones)

SANTIAGO PAZOS


Que en la función de ayer iban a cuidar especialmente el ritmo y los espacios reflexivos nos lo contó por la tarde en “Café con…” el Director Lino Ferreira. Y así se hizo. Esos dos largos silencios que introdujeron, parando por completo la acción teatral propiamente dicha, cortaban la respiración y cargaban de emoción el ambiente. Hacía mucho tiempo que yo no me emocionaba tanto con un silencio tan profundo, y eso que el sonido de la lluvia se parecía más bien al chorro de una fuente. Qué le vamos a hacer, uno vive el arte a través de sensaciones intangibles, algo nada fácil de explicar desde la razón cartesiana.
Sin embargo, dejando a un lado la sensibilidad personal, en Torvaldo podemos describir bastantes razones que merecieron nuestro aplauso: la diáfana escenografía, la inteligente iluminación donde luces y sombras marcaron la pauta y la intensidad que separa la comedia del drama, ambas presentes por igual en esta obra, y sobre todo el magnífico trabajo interpretativo.
Inma Nieto desdobla su personaje en dos arquetipos perfectamente diferenciados, la mujer sumisa que sufre en soledad el maltrato machista y la mujer liberada de ataduras morales y físicas que se enfrenta a su cruel realidad sin complejos, y en las dos versiones de sí misma transmite verdad.


Y Julio Cortázar borda un papel que tiene muchas caras. Con su perfecto control de las emociones evita que al personaje de Torvaldo se lo coman los extremos, no convierte en bobería la ensoñación medievalista y no permite que el monstruo que lleva dentro se regodee en su propia maldad, sin que sea un obstáculo para llenarse de energía (“tu eres la esfera y yo el triángulo escaleno”) o vaciarse por completo (“¿por qué con él? ¿por qué con él? ¿por qué con él?”).
Además, se compenetran bien, incluso en el último monólogo a dos voces suenan con una sola voz. Dicen el texto con naturalidad, sin artimañas. Los monólogos son interiorizados sin esfuerzo y los diálogos pasan de ser un juego en la primera parte a la confrontación carnal de la segunda parte como una consecuencia lógica, no provocada, no buscada.
Son cosas que se ven favorecidas por el ritmo. El ritmo que tanto cuida Lino Ferreira desde su labor de dirección. Marcando las transiciones del drama a la comedia, del estilo clásico al contemporáneo, sin estridencias, sin forzar la máquina, sin prisas, con silencios. Y el texto, rico en vocabulario y ágil en la composición de los diálogos.
¡Ay, cuántos mundos, cuánta acción, se esconde tras los silencios!

Salud   


1 comentario:

Anónimo dijo...

Me gusta esta crítica, me ha gustado la obra y me gusta que te haya gustado.
Salud!