sábado, 17 de octubre de 2015

LOS NADADORES NOCTURNOS

(FIOT 2015)
XXIV FESTIVAL INTERNACIONAL OUTONO DE TEATRO DE CARBALLO

CUANDO NINGÚN SENTIMIENTO NOS ES AJENO
 (A propósito de “Los nadadores nocturnos” de Draft.inn)

SANTIAGO PAZOS


De niño fantaseaba con la posibilidad de que nadie más en el mundo podía tener los sentimientos que yo tenía, que nadie disfrutaba o sufría como yo lo hacía, que sólo yo era dueño de esa sensibilidad especial imprescindible para captar tanto la belleza como la fealdad que me rodeaba y únicamente yo era capaz de diferenciarlas.

Obviamente era una fantasía sin ningún tipo de fundamento, porque todas las personas, incluidas las más viles y las más ignorantes, tienen la capacidad de amar y, por tanto, también de odiar. Es decir, tienen sentimientos y unos códigos de comportamiento en los que la sensibilidad, más o menos sofisticada, influye de algún modo en su conducta. 


Por lo general son aspectos de la condición humana que se reservan para la esfera individual, los círculos familiares o las amistades más cercanas, sin embargo hay momentos de crisis económica y política que provocan procesos de cambio social en que las emociones personales confluyen y crean estados generalizados de desasosiego.

Esto es a grandes rasgos lo que José Manuel Mora nos cuenta en “Los nadadores nocturnos”, a través de un texto poético cargado de dramatismo que intenta resumir las experiencias de tantas vidas rotas, de tantos fracasos personales y colectivos, de tantos amores y desamores, de tantos ideales corrompidos, de tantas ansiedades y neurosis mal canalizadas y, en definitiva, de tanta búsqueda desesperada por una salvación honrosa aunque parezca descabellada la puerta de salida elegida.



En ese paisaje desolado, y desolador, ya no quedan personajes enteros en los que fijarse, nos hemos convertido en seres humanos miserables que se comen su propia mierda, y por eso es necesario un sacrificio colectivo, un coctel incendiario que lo purifique todo para poder seguir respirando, una revolución que traiga el germen de una nueva sociedad, aunque toda revolución acabe por ser sistematizada.

Ese denso y descarnado discurso requiere de una complicada y novedosa dramaturgia para que el espectador, aunque no sin dificultad, pueda asimilarlo. Y es ahí donde la colaboración del autor (José Manuel Mora) y la directora (Carlota Ferrer), cuyo trabajo es el pilar fundamental sobre el que se sostiene todo el engranaje teatral, ha resultado definitiva para poder ofrecernos un espectáculo completo en el que todas las disciplinas escénicas son tratadas con esmero.

La interpretación y la expresión corporal son magníficas, con Joaquín Hinojosa a la cabeza, como maestro de ceremonias, y con Alberto Jo Lee, Cristina Subirats, Jorge Machín, Ricardo Santana, Paloma Díaz y Esther Ortega. El diseño audiovisual sugerente y la selección musical acertada. La colorista y muy bien iluminada escenografía es funcional y estéticamente sugestiva. La caracterización de los personajes, poliédricos, difíciles, es muy inteligente y creíble. Y las coreografías, la puesta en escena y la dirección, muy medida y fuertemente marcada por Carlota Ferrer.

Todo en su sitio y al servicio del espectáculo. Y aun reconociendo la dificultad que tienen este tipo de obras tan singulares no aprecié desajustes importantes. Una pena que los problemas de sonido, sobre todo al principio, dificultasen la comprensión de alguna parte del texto, aspecto que no considero que sea achacable a la propia obra. Bien, muy bien.


Salud



  

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