sábado, 24 de octubre de 2015

"PRESIDENTE", de Teatro do Morcego

(FIOT 2015)
XXIV FESTIVAL INTERNACIONAL OUTONO DE TEATRO DE CARBALLO

EL DON DE LA OPORTUNIDAD
 (A propósito de “Presidente” de Teatro do Morcego)

SANTIAGO PAZOS



Ocurre a veces, salta la liebre cuando el cazador tiene la escopeta cargada y está en una posición idónea para disparar y cazar su presa. Ocurre a veces, también, que al cazador se le encasquilla el cartucho, o tropieza, o vaya usted a saber que calamidad puede pasar que la liebre salta y se escabulle vivita y coleando. Ocurre a veces que aun teniendo el don de la oportunidad, sin saber por qué, o por no saber hacerlo mejor, vamos y la pifiamos. Algo así pasó ayer en Carballo con “Presidente” de Teatro do Morcego.

El tema, la manipulación política, es oportuno para el momento socio-político que vivimos en España. Está bastante bien escrito, con escenas cómicas construidas por Xosé L. Prieto con mucha inteligencia, con sus dosis de acidez, crítica, sarcasmo y referencias suficientes para situarnos cómodamente en la realidad actual, con políticos y otros personajes bien esquematizados, arquetipos de gente con ideologías y comportamientos que nos resultan familiares y fácilmente reconocibles.

El montaje escénico es pobre, pero no importa porque su influencia sobre la trama general, y sobre las distintas escenas, no es definitiva. El único elemento cuya presencia es imprescindible por ser complementario a la acción es la pantalla de vídeo, el resto no tiene importancia, la desnudez escenográfica ni añade ni resta credibilidad.

Sin embargo, acurre lo más inesperado, el director no aparece y los actores no están al completo, una parte de ellos se quedaron en sus casas, posiblemente viendo algún programa de la TVG. Sí, vemos la mitad de Celso Parada y un cuarto de Federico Pérez, César Goldi, Iolanda Muiños y Merce Castro, pero con eso no llega ni para un cuarto de hora de interpretación.

Faltan registros, nervio, agilidad, ritmo. Falta interpretación, gestos, movimientos, naturalidad, verdad, o lo que Celso llama mentiras con permiso. Y claro, pasa que los personajes huérfanos desaparecen del escenario y el público mira el reloj y bosteza deseando abandonar cuanto antes ese vacío.

Una pena, ya digo, ocurre a veces.       

Salud



  

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