(FIOT 2019)
28 FESTIVAL INTERNACIONAL OUTONO DE TEATRO CARBALLO
EL SILENCIO ES UN ARMA CARGADA DE IMPOTENCIA Y RABIA
(A propósito de “Jauría” de El Pavón Teatro Kamikaze)
SANTIAGO PAZOS
De nuevo (y van…) Miguel del Arco, con la inestimable ayuda de
Jordi Casanovas, viene a sorprendernos con una obra de teatro documental sobre
un acontecimiento que aún tenemos impreso en las retinas por su inmediatez en
el tiempo y por el impacto social que causó en su momento y que mantiene su
actualidad por ser una triste noticia que se sigue repitiendo, a pesar de los
pesares.
Desde el principio ya avisan de que los textos no añaden una
coma a lo dicho en el juicio en el que se condenó a la llamada “Manada” primero
por abuso y después, una vez revisada la sentencia por el Tribunal Supremo, por
violación. Esto, después de un clamor popular que entendió que el silencio es
un arma cargada de impotencia y rabia y que en ningún caso puede concebirse como
una aceptación preconcebida. Sobre todo cuando ese silencio atronador procede
de una víctima acorralada por cinco psicópatas.
Que los textos procedan de los testimonios y pruebas del juicio
no impide que Jordi Casanovas elabore una dramaturgia que deja al descubierto
las contradicciones de un relato que sólo admitía una verdad. Es decir, los actos
probatorios que llevaron a la condena por violación. Algo, por otra parte, que
profundiza en la forma de hacer teatro donde la interpretación es la columna
vertebral que sostiene la obra y engancha al espectador.
Estupendos los cinco actores en sus triples personajes, como
acosadores, abogados y magistrados. Y María Hervás, frágil hasta la extenuación
como víctima y convincente y enérgica como fiscal. Y, sin duda, se ve la mano
maestra de un Miguel del Arco en una dirección que controla los tiempos y el
ritmo y que aporta unos efectos teatrales al relato que mantienen en permanente
estado de alerta al espectador. Entre ellos, los taconeos, las palmas, la voz
en off, las grabaciones de las protestas populares pidiendo justicia, o el
virulento y angustioso interrogatorio al que los abogados defensores someten a
la víctima. Todo ello en un escenario en el que en medio de una enorme pared de
duro hormigón, destaca el pequeño y asfixiante cubículo donde se produce el
salvaje ataque machista.
En un principio pensé que la proximidad de los hechos, el no
poder verlos con cierta perspectiva en el tiempo, quizás, en el momento actual,
hacían prescindible esta obra. Sin
embargo, teniendo en cuenta la capacidad de olvido que la gente tiene, la prisa
y las urgencias de los medios de comunicación por encontrar y primar noticias
que se van solapando unas a otras sin fin y la sucesión escandalosa de nuevos
casos, creo que el criterio de oportunidad ha de imponerse por encima de
cualquier otra consideración. Porque la lacra de la violencia machista nos
exige mantener una lucha permanente, un combate sin cuartel en el que la pedagogía
y la justicia han de ser sus banderas.
Excelente y, rectifico, imprescindible trabajo.
Salud y larga vida…
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