(FIOT 2017)
26 FESTIVAL INTERNACIONAL OUTONO DE TEATRO DE CARBALLO
APRENDER PARA NO CAER EN EL ABISMO
(A propósito de “Incendios”, de Ysarca y Teatro de la Abadía)
SANTIAGO PAZOS
El domingo 15 de octubre de 2017 ardía todo a nuestro alrededor.
Las llamas purificadoras, las del teatro, estaban cargadas de intensos
sentimientos de liberación. Y en el exterior, en Galicia entera, la maldad y la
incompetencia nos quemaban el alma.
Que se siga arrasando impunemente nuestra riqueza forestal, aparte
de consideraciones sociales y políticas, tiene mucho que ver con la ignorancia. Y en
“Incendios”, la monumental obra de Wajdi Mouawad, aprender es lo único que
puede romper el hilo de ira que engancha en la tragedia a unas generaciones con
otras, el antídoto para no caer en el abismo. Adquirir conocimiento es el
instrumento fundamental para luchar contra la barbarie, contra el odio más
irracional, el que puede mover a un ser humano a matar a sus hermanos.
El montaje de Mario Gas es impresionante, un tremendo rompecabezas
en el que las piezas de la historia, los acontecimientos fragmentados de la
dramática vida de una mujer que ha disfrutado del amor y sufrido el odio en
dosis de dolor descomunales, van encontrando su encaje, con un estilo casi
cinematográfico, hasta conducirnos a un final inesperado y sorprendente.
La factura técnica y plástica es sobresaliente. El decorado
ambivalente y solemne, las filmaciones proyectadas cuidadas y sugerentes y la
música, como la banda sonora de una gran película, tan impactante como las
versiones incluidas de John Lennon, Talking Heads o Police.
Las escenas y contra/escenas, (tres en alguna ocasión), se
desarrollan con una limpieza de movimientos y un ritmo de thriller tan trepidante
en algunos momentos que resumen en un suspiro las tres horas de función. Y es
que Mario Gas controla los tiempos con una maestría indiscutible, con unas
transiciones tan medidas entre escenas que pasas del diálogo más sentido al monólogo
más profundo o a la escena más convulsa sin que percibas ni un mínimo
desajuste. Todo en función de un texto potente, bien armado, reflejo fiel de la
barbarie en la que se sumió el Líbano y sus gentes durante una guerra civil
incruenta.
Y dejo adrede para el final las interpretaciones que dan cuerpo a
ese tremendo relato y presencia a esos personajes, tan ricos en matices de todo
tipo, porque sin ellos, sin su trabajo tan exquisito, sin artificios ni desmesuradas afectaciones, nada de lo dicho
anteriormente podría suceder. Cuatro de ellos no son los mismos que estrenaron
y triunfaron en Madrid, pero a nosotros nos importó poco porque los sustitutos
son profesionales de altura que defienden sus papeles como si el autor los
hubiese escrito para ellos.
Empezando por José Luís Alcobendas
(Hermile-Lebel-Médico-Abdessamad-Malak), medidísimo de gesto y voz en todos sus
roles; Carlos Martos (Simón-Wahab-Guía), enérgico y sentido; Candela Serrat
(Jeanne), sensible y verdadera; Alberto Iglesias (Ralph-Antoine-Miliciano-Conserje-Hombre-Chamseddine) con una presencia
imponente; Germán Torres (Nihad), sobrio y caricaturesco. Todos bien,
excelentes, pero mención aparte merecen Lucía Barrado (Elhame-Sawda) y Laia
Marull (Nawal joven) que están espléndidas alternando intensidad y mesura para
hacer creíbles unos personajes creados para trasmitir dolor y esperanza.
Y finalmente, Nuria Espert (Jihane-Nazira-Nawal). ¿Qué decir de la mujer que canta? Se para el tiempo cuando
aparece en escena y el aire se corta con un cuchillo. El montaje de Mario Gas
se construye para ensalzarla, pero ella baja el diapasón para humanizar al
personaje llenándolo de un sentimiento tan real que podríamos decir que lo que
vivieron sus personajes, si fuese cierto que esos acontecimientos ocurrieron,
están pasando de nuevo. Hay tanta vida, sangre y furia controlada en su
interpretación, transmite tanta energía y tanta belleza que sería una vileza no
aclamarla.
El aplauso, merecido de sobra, fue apoteósico. Como esos grandes
días que perviven en la memoria del FIOT.
Y al abandonar satisfechos el Pazo da cultura de Carballo, al
salir de nuevo a la calle, nos dimos de bruces con una realidad irracional y
abrasadora. Otra cruel historia de abismos e ignorancia…
Salud
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