(FIOT 2013)
XXII
FESTIVAL INTERNACIONAL OUTONO DE TEATRO DE CARBALLO
“SER
ALGUIEN ES UN CRISTO DE COJONES”
(A
propósito de “Symon Pédícrí” de Diego Anido Co.)
SANTIAGO
PAZOS
Ayer, después
de ver la representación de “Symon Pédícrí”, me hubiese gustado quedarme,
(ocupaciones de causa mayor me lo impidieron), al coloquio que se celebró con
Diego Anido porque, para su mejor comprensión, la complejidad, tanto temática
como escénica, de la obra requería contrastar algunas reflexiones con su
intérprete y autor. No es una obra en la que puedas limitarte a decir que te
gustó, o no te gustó, sería caer en un reduccionismo imperdonable.
Como
paliativo, y gracias a su carta de presentación facilitada por el FIOT, podemos
descubrir algunas de sus intenciones: “Un factor muy importante en mi trabajo
es la construcción de personajes poco cotidianos y la presentación de su estado
de soledad. O mejor dicho su estado de convivencia consigo mismos”, o “…
personajes que no renuncian a sus anhelos, no renuncian jamás a ridículos
objetivos. En ese aspecto pueden parecer dementes. Dotados de un infantilismo
peligroso”. Y también algunos aspectos de su método de trabajo: “juego con
técnicas teatrales como manipulación de objetos, composición coreográfica,
teatro musical, vídeo… y con el correcto equilibrio entre humor y oscuridad…”.
Bien,
pues todo eso que él mismo dice puede verse en “Symon Pédícrí”, y puede
resumirse en esa frase del texto que tomo prestada como título de mis
comentarios “ser alguien es un cristo de cojones”. Así de claro.
Sin
embargo, algo falla en la transmisión de su propuesta escénica, en la
conectividad de su doble personaje con el público. Te deja frío, y no
precisamente por sus escenas de casquería y Serie B, tan convincentemente
confeccionadas, ni tampoco por esa endoscopia que él mismo se practica en
directo, (impresionante), mientras entona una canción. El problema, creo, está
en cierta inconexión textual, y en ese ritmo un tanto monótono y plano que no
consigue romper, aún contando con escenas tan impactantes.
Quizás
ese “correcto equilibrio entre humor y oscuridad” no esté tan equilibrado.
Pienso que su retorcido personaje sólo consigue empatizar con el espectador en escasos
momentos, ni siquiera en la escena, de bajo perfil cómico, del ventrílocuo lo
consigue. Y en el humor se hace imprescindible provocar ese sentimiento.
Ahora
bien, procurando ser justos, esta coproducción del FIOT es un trabajo serio. Y la
propuesta de Diego Anido es muy válida, demostró ser un actor competente, con amplios
registros, un hombre polifacético que entiende y trabaja el teatro desde una
concepción de totalidad creativa, desde su complejidad global, y su búsqueda de
nuevos lenguajes escénicos merece todos los apoyos.
Salud
(Fotografías de José María de la Viña. Gracias)
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