(FIOT 2013)
XXII FESTIVAL INTERNACIONAL
OUTONO DE TEATRO DE CARBALLO
A RÚA
DOS CONTOS
(A
propósito de “Manolo Lojo”
en Sala Dublín)
SANTIAGO
PAZOS
Todas
las cadenas de televisión fagocitan al espectador, principalmente, y a sus
estrellas más rutilantes también, de una forma exagerada y sin hacer, ni dejar
hacer, la digestión conveniente. El caso de la TVG es chirriante, lo hicieron con Ana Kiro, con
Juan Pardo, con Los Tonechos, y ahora lo están haciendo con Xosé Touriñán, en
sus diversas facetas, sin ningún tipo de contemplaciones. Supongo que, en
parte, él tiene mucho que ver en el asunto. Aprovecha la racha, no vaya a ser…
Y esa sobreexposición populariza el producto, sin duda por méritos propios y
reconocidos, pero también crea bastante animosidad, cansancio y cantidades
ingentes de hartazgo.
Ayer en
Carballo, aunque algunos podían ser desafectos en diversos grados como yo,
predominaron los incondicionales. El Dublín agotó las entradas y tuvo que
retirar las sillas para dar cabida a los muchos espectadores que lo vimos de
pie. Tiene éxito, y muchos se mean de risa con sólo verlo aparecer con sus
gafas de pasta y el pantalón ajustado como en los setenta, marcando paquete.
El
Manolo Lojo que vimos ayer es el mismo que presentó hace años, con ligeras
variantes, en el Bodegón O Pescador. Un personaje de la Galicia profunda que dice
ser superhéroe, con los dejes típicos y tópicos del género, incluidos su geada,
y su castrapo manido y resultón. Así gusta, encandila y sus seguidores no le
perdonarían tampoco abandonar esos tics.
Touriñán
es un humorista que se nos muestra cada vez más curtido, seguro,
profesionalizado en lo suyo, hacer reír y provocar carcajadas a través de unas
gesticulaciones, marca de la casa, como levantarse el paquete o atusarse el
pelo, mientras se dirige al público, con azorada y picarona mirada.
Interactúa
todo el tiempo, hace que el espectador se sienta importante, lo sitúa a su
misma altura, e improvisa sin salirse un milímetro del guión. No permite que desvíes
tu atención por miedo a perderte alguna ocurrencia más chispeante aún que la
anterior. Conoce bien su papel, lo defiende bien y se muestra cómodo, gusta y
se gusta.
Parece
que, por ahora, la sebreexposición no le resta gancho y convicción. Aunque no sea mi deseo me temo que todo se
andará. La historia siempre se repite. Ya nos empachamos de muchos otros antes,
Paco Martínez Soria, Tony Leblanc, Chevy Chase o Jim Carrey, dejando a un lado
las diferencias, son ejemplos bien claros.
Salud
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