lunes, 14 de octubre de 2013

DIEGO ANIDO

(FIOT 2013)
XXII FESTIVAL INTERNACIONAL OUTONO DE TEATRO DE CARBALLO

“SER ALGUIEN ES UN CRISTO DE COJONES”
(A propósito de “Symon Pédícrí” de Diego Anido Co.)

SANTIAGO PAZOS




Ayer, después de ver la representación de “Symon Pédícrí”, me hubiese gustado quedarme, (ocupaciones de causa mayor me lo impidieron), al coloquio que se celebró con Diego Anido porque, para su mejor comprensión, la complejidad, tanto temática como escénica, de la obra requería contrastar algunas reflexiones con su intérprete y autor. No es una obra en la que puedas limitarte a decir que te gustó, o no te gustó, sería caer en un reduccionismo imperdonable.

Como paliativo, y gracias a su carta de presentación facilitada por el FIOT, podemos descubrir algunas de sus intenciones: “Un factor muy importante en mi trabajo es la construcción de personajes poco cotidianos y la presentación de su estado de soledad. O mejor dicho su estado de convivencia consigo mismos”, o “… personajes que no renuncian a sus anhelos, no renuncian jamás a ridículos objetivos. En ese aspecto pueden parecer dementes. Dotados de un infantilismo peligroso”. Y también algunos aspectos de su método de trabajo: “juego con técnicas teatrales como manipulación de objetos, composición coreográfica, teatro musical, vídeo… y con el correcto equilibrio entre humor y oscuridad…”.

Bien, pues todo eso que él mismo dice puede verse en “Symon Pédícrí”, y puede resumirse en esa frase del texto que tomo prestada como título de mis comentarios “ser alguien es un cristo de cojones”. Así de claro.


Sin embargo, algo falla en la transmisión de su propuesta escénica, en la conectividad de su doble personaje con el público. Te deja frío, y no precisamente por sus escenas de casquería y Serie B, tan convincentemente confeccionadas, ni tampoco por esa endoscopia que él mismo se practica en directo, (impresionante), mientras entona una canción. El problema, creo, está en cierta inconexión textual, y en ese ritmo un tanto monótono y plano que no consigue romper, aún contando con escenas tan impactantes.

Quizás ese “correcto equilibrio entre humor y oscuridad” no esté tan equilibrado. Pienso que su retorcido personaje sólo consigue empatizar con el espectador en escasos momentos, ni siquiera en la escena, de bajo perfil cómico, del ventrílocuo lo consigue. Y en el humor se hace imprescindible provocar ese sentimiento.

Ahora bien, procurando ser justos, esta coproducción del FIOT es un trabajo serio. Y la propuesta de Diego Anido es muy válida, demostró ser un actor competente, con amplios registros, un hombre polifacético que entiende y trabaja el teatro desde una concepción de totalidad creativa, desde su complejidad global, y su búsqueda de nuevos lenguajes escénicos merece todos los apoyos.

Salud 

(Fotografías de José María de la Viña. Gracias)  






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