viernes, 25 de octubre de 2013

"Sé de un lugar", de Prisamata

(FIOT 2013)
XXII FESTIVAL INTERNACIONAL OUTONO DE TEATRO DE CARBALLO

BIFURCACIONES SENTIMENTALES,
TRAVESÍAS VITALES
(A propósito de “Sé de un lugar” de Producciones Prisamata)

SANTIAGO PAZOS


Como vengo repitiendo desde que se presentó el FIOT 2013, si nos referimos a las buenas críticas, “Sé de un lugar” es la obra con más pedigrí de toda la programación. Tratada como  una gran revelación, todo un descubrimiento para propios y extraños. De ahí que mis expectativas fuesen creciendo día a día, y el peligro de que no se cumpliesen también. El miedo a que la realidad decolore el paraíso imaginado es algo que no puedo evitar sentir.

Afortunadamente, como en otras ocasiones y contrariando la Ley de Murphy, si algo puede salir bien, pues simplemente sale bien y sanseacabó. Como pasó ayer mismo, sin ir más lejos, con este friso sobre las bifurcaciones sentimentales y las travesías vitales de una pareja burguesa, venida a menos, que, después de romper sus relaciones amorosas, intenta mantener vivo un vínculo que les mantenga unidos más allá de las diferencias.


Comparto plenamente esa línea filosófica que obsesiona a Simó por la que, dejando a un lado los desencuentros, si hay algo ante lo que los dos nos extasiamos por igual, ya sea a través de la música (en este caso una canción bien conocida de Triana), los versos de un poema, o una puesta de sol como la de “El rayo verde” de Eric Rohmer (tan presente), cualquier relación merece la pena, sea cual sea su estatus.

Desde el primer momento, la acción sin pausa, el ritmo envolvente, los silencios reflexivos, de Bere y de Simó, nos van enganchando en una espiral que, de tan real, escuece. Ella, con sus viajes, sus aventuras, sus escarceos, sus cambios de temperamento, su búsqueda y sus tropiezos, siempre vuelve. Él, inmóvil, degenerando física y sentimentalmente con el paso de los días, casi decrépito al final, exiliado entre las cuatro paredes de su casa, espera y desespera.


Tanto Anna Alarcón,  como Xavier Sáez, nos transmiten verdad y realismo, a través de sendas interpretaciones soberbias, en una escenografía, un café teatro, o el mismísimo salón de tu casa, que te hace sentirte cercano y parte, un interlocutor silencioso que escucha las justificaciones de los personajes como si fuese el único destinatario de las mismas, y observa el deambular de los actores por la sala, retorciéndose a veces sobre la butaca, para que no parezca que le da la espalda al que le habla.


Con un texto muy bien estructurado, de ágiles diálogos, escrito en un lenguaje plenamente comprensible y cotidiano, de Iván Morales que, además, dirige con mesura y brillantez.

Una obra muy completa, un paraíso de colores certeramente definidos. Bien, muy bien. Este FIOT sigue ahondando en la crisis de pareja, en sus encuentros y desencuentros, de una manera tan amplia, que todos podemos vernos reflejados, de alguna manera, en sus variadas tramas.

Salud 



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