(FIOT 2013)
XXII
FESTIVAL INTERNACIONAL OUTONO DE TEATRO DE CARBALLO
PROSELITISMO
ESCÉNICO
(A propósito de “Eurozone” de Grupo Chévere)
SANTIAGO
PAZOS
El Grupo
Chévere hace teatro de riesgo, desde las barricadas, teatro para explicar su
forma de hacer teatro, teatro realista para una sociedad que parece de ficción,
teatro comprometido y proselitista que visten de sarcasmo y carcajada, teatro
sobre temas serios y bien fundamentados que rozan lo panfletario. Al fin, teatro,
puro teatro.
En
“Eurozone” cabe todo eso y más, una clase maestra de doblaje cinematográfico en
riguroso directo, la adaptación libérrima al teatro de algunas escenas de un
guión de cine, “Reservoir Dogs” de Tarantino, las teorías política y económica
para explicar, desde la crítica más ácida, la crisis financiera y la liquidación del Estado de bienestar,
etc. Todo desde el teatro de compromiso, y de la farsa, que ellos practican en
todos sus espectáculos.
Su
método de trabajo es la participación de todos sus componentes por igual, la
colaboración creativa sin prejuicios ni apriorismos, bajo una dirección
delegada, que más bien se ocupa de organizar que de marcar pautas, y punto
negro, no resuelto tampoco en Eurozone, de sus espectáculos. Proceso
asambleario en el que incluso dan cabida a las reflexiones de los futuros
espectadores a través de Internet. Un método que les hace crecer como
profesionales pero que provoca, desde mi punto de vista, desajustes
innecesarios en el empaquetado final del producto. Un método que les obliga, o
ellos parecen sentirse obligados, a explicar en escena todo el proceso de
trabajo, como interpretando, al estilo de las muñecas rusas o de ¿seis personajes en busca de autor?, una obra dentro de otra obra.
En
Eurozone podemos ver grandes hallazgos, como la escena del baile o la del
cuarto de baño (genial), pero también otras de perfil bajo como la de Rato o la
primera en la que aparece De Guindos desangrándose. Interesante, aunque no
novedoso, la superposición de espacios de acción que realizan durante toda la
obra y también las repeticiones textuales del final, que consiguen dejar un eco
un tanto angustioso en el oído del espectador. Bueno el trabajo de los actores,
aunque me quede con la impresión de que, a veces, dudan del papel que les ha
tocado, o también puede ser que sea eso mismo lo que pretende que veamos.
En su
conjunto, dejando a un lado los altibajos de intensidad en la acción y los
cambios de ritmo no justificados con claridad, me gustó este trabajo de Chévere,
heredero del sorprendente “Citizen”, por lo que dicen, por cómo lo dicen y
porque, además, me gusta mucho su método de trabajo. Los desajustes, si quieren
y les parecen tales, pueden corregirlos sin grandes dificultades.
El
montaje es impactante, sin ninguna duda, para estos tiempos culturales del 21%
de IVA. Son bastante temerarios, se nota que creen en lo que hacen y por eso
espero que les vaya todo lo bonito que sea posible.
Salud
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