domingo, 13 de octubre de 2013

GRUPO CHÉVERE

(FIOT 2013)
XXII FESTIVAL INTERNACIONAL OUTONO DE TEATRO DE CARBALLO

PROSELITISMO ESCÉNICO
 (A propósito de “Eurozone” de Grupo Chévere)

SANTIAGO PAZOS


El Grupo Chévere hace teatro de riesgo, desde las barricadas, teatro para explicar su forma de hacer teatro, teatro realista para una sociedad que parece de ficción, teatro comprometido y proselitista que visten de sarcasmo y carcajada, teatro sobre temas serios y bien fundamentados que rozan lo panfletario. Al fin, teatro, puro teatro.

En “Eurozone” cabe todo eso y más, una clase maestra de doblaje cinematográfico en riguroso directo, la adaptación libérrima al teatro de algunas escenas de un guión de cine, “Reservoir Dogs” de Tarantino, las teorías política y económica para explicar, desde la crítica más ácida, la crisis financiera  y la liquidación del Estado de bienestar, etc. Todo desde el teatro de compromiso, y de la farsa, que ellos practican en todos sus espectáculos.

Su método de trabajo es la participación de todos sus componentes por igual, la colaboración creativa sin prejuicios ni apriorismos, bajo una dirección delegada, que más bien se ocupa de organizar que de marcar pautas, y punto negro, no resuelto tampoco en Eurozone, de sus espectáculos. Proceso asambleario en el que incluso dan cabida a las reflexiones de los futuros espectadores a través de Internet. Un método que les hace crecer como profesionales pero que provoca, desde mi punto de vista, desajustes innecesarios en el empaquetado final del producto. Un método que les obliga, o ellos parecen sentirse obligados, a explicar en escena todo el proceso de trabajo, como interpretando, al estilo de las muñecas rusas o de ¿seis personajes en busca de autor?, una obra dentro de otra obra.

En Eurozone podemos ver grandes hallazgos, como la escena del baile o la del cuarto de baño (genial), pero también otras de perfil bajo como la de Rato o la primera en la que aparece De Guindos desangrándose. Interesante, aunque no novedoso, la superposición de espacios de acción que realizan durante toda la obra y también las repeticiones textuales del final, que consiguen dejar un eco un tanto angustioso en el oído del espectador. Bueno el trabajo de los actores, aunque me quede con la impresión de que, a veces, dudan del papel que les ha tocado, o también puede ser que sea eso mismo lo que pretende que veamos.

En su conjunto, dejando a un lado los altibajos de intensidad en la acción y los cambios de ritmo no justificados con claridad, me gustó este trabajo de Chévere, heredero del sorprendente “Citizen”, por lo que dicen, por cómo lo dicen y porque, además, me gusta mucho su método de trabajo. Los desajustes, si quieren y les parecen tales, pueden corregirlos sin grandes dificultades.

El montaje es impactante, sin ninguna duda, para estos tiempos culturales del 21% de IVA. Son bastante temerarios, se nota que creen en lo que hacen y por eso espero que les vaya todo lo bonito que sea posible.

Salud



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