(FIOT 2015)
XXIV FESTIVAL INTERNACIONAL OUTONO DE TEATRO DE CARBALLO
EL TEMA
(A propósito de “Los esclavos de mis esclavos” de Meridional)
SANTIAGO PAZOS
No me gustan los documentales teatralizados, aunque en
televisión son muy utilizados. Pienso que cada canal de transmisión de la
realidad, real o imaginada, necesita de una especialización concreta, que cada
vehículo de comunicación funciona con unas claves determinadas, una narrativa propia. No es un
sacrilegio mezclarlas, pero mi experiencia me dice que por lo general estos
experimentos terminan haciendo aguas. De todos modos, no es el caso, o casi no
es.
Meridional con los “Esclavos de mis esclavos” hace teatro
documentado. Trabajan con varios planos de la realidad. Por una parte, la
verdad documentada, histórica, la apelación a la razón y a la comprensión de
que no existe una mirada única para entender un tema tan poliédrico como son
los fanatismos religiosos y políticos, la violencia, la lucha entre culturas y
modos tan distintos de entender el mundo. Y por otra parte, la escenificación
de esas conductas enfrentadas a través de la representación de una situación
concreta, que ofrece sin tapujos la necesaria versión humana, teatralizada del
conflicto para tocar la fibra más sensible del espectador.
En su aspecto teórico y documental, Julio Salvatierra cumple de
sobra con ese cometido que el teatro tiene de mostrar la verdad descarnada de
los acontecimientos, con el valor añadido, pienso, de mostrarnos con claridad
las diversas verdades y realidades que conviven y se retroalimentan en ese
conflicto que tiene en Afganistán su “teatro de operaciones”. Comparto su
discurso, limpio, sin eufemismos, comprometido y arriesgado al situar en un
mismo plano, como víctimas y verdugos, a las diversas facciones religiosas y
políticas que pugnan por imponerse.
En lo que respecta a ese desenmascaramiento de los eufemismos, (lo
de “teatro de operaciones” es un claro ejemplo que yo utilizo adrede para no
decir que es un país destrozado por los intereses estratégicos de las grandes
potencias), Salvatierra hace unas reflexiones muy interesantes sobre el
cometido de las ONG, o sobre cómo los seres humanos secuestrados terminan
convirtiéndose en un “tema”. Aspectos que por sí solos merecen un debate más
profuso, como también lo merecen conceptos tan manoseados como los de machismo, libertad
o justicia.
En cuanto a lo estrictamente teatral, mis consideraciones son
más discrepantes. La propuesta escénica, a parte de la imagen audiovisual que
nos sitúa geográficamente, depende en su totalidad de una iluminación muy bien
definida y que delimita con realismo los espacios, los ambientes y las
transiciones. Un ejemplo de cómo dar mucho con poco gasto. Economía minimalista
e inteligente.
A destacar los impactantes momentos en los cambios de escena, un
poco al estilo de las cortinillas de los noticiarios televisivos. Y por lo
demás, poco movimiento, un rap heredero de los cantautores de otras épocas y el
fórceps de tener a los actores encadenados, extremo que impide su lucimiento y
les obliga a reducir su actividad a una expresión corporal muy contenida y a
centrar su interpretación en los cambios de tono de voz, gemidos, suspiros,
lágrimas y algunas risas provocadas por un humor muy de andar por casa.
Y ahí está el fallo, desde mi punto de vista la verdad que
transmiten esos personajes no se corresponde, o no llega al nivel deseable y oportuno,
con la comprometida y rigurosa verdad de la gran historia que pretenden contar.
Es decir, los actores están más en su papel de actores que en la humanización
de sus personajes, por momentos nos están presentando caricaturas sin sangre, y
eso en el teatro de la verdad suena un poco a traición.
Era el día del estreno, los fallos se ven con más claridad, la
presión es tremenda, los nervios atacan. En general están bien y a punto de
conseguir ese nivel que lograron con Miguel Hernández, pero necesitan algunos
ajustes de interpretación y quizás también de texto, por ejemplo los chistes, si
quieren que este teatro trascienda.
Salud
No hay comentarios:
Publicar un comentario