(FIOT 2015)
XXIV FESTIVAL INTERNACIONAL OUTONO DE TEATRO DE CARBALLO
¡EXAGERAAAAAOSSSSSS¡
(A propósito de “Othelo”
de Gabriel Chamé)
SANTIAGO PAZOS
Parece increíble, pero dentro de esa vorágine acelerada, cada
movimiento, cada palabra, cada gesto está medido al milímetro. Nos lo decía
Matías Bassi (Othelo) en el Café con… “utilizamos el clown como una técnica de
precisión, una máquina de relojería perfecta que marca todo lo que ocurre sobre
el escenario”. Y menos mal que esa técnica funciona bastante bien porque el
ritmo frenético que imponen, desde el primer segundo hasta el final, podía
acabar en un batiburrillo difícil de controlar e imposible de comprender.
Su dominio sobre cada centímetro cuadrado del espacio escénico
es total y su versión del texto es completa y divertida, no se dejan nada en el
tintero y por encima suman referencias, y referentes, de mucha modernidad, y
sin embargo…
Y sin embargo empalagan, lo siento, prefiero decirlo así de
claro. Son tan excesivos que me obligan a acudir al María Moliner para buscar
la palabra “ampulosidad” y, sin ánimo de ser injusto con el trabajo de la
Compañía de Gabriel Chamé, dice: “aplicado al estilo o lenguaje y,
correspondientemente, a quien los usa, exageradamente o inadecuadamente
grandilocuente. Campanudo, enfático, engolado, pomposo, retórico, retumbante, rimbombante”.
Es decir, el Othelo que ayer pudimos ver.
Pero ya digo que no quiero pecar de injusto, y por eso tengo que
admitir que quizás el problema resida en que ese modo de hacer teatro, de
declamar, de desparramarse con tanta energía, esas dramaturgias, está fuera de
los cánones del teatro gallego o español que yo estoy acostumbrado a ver. En su
descarga, quizás el problema está en los ojos que miran y no en el objeto
mirado.
Hay que reconocer, además, que seducen al público con mucha
inteligencia, que el uso realista de la cámara de vídeo en directo añade un aire
de modernidad e intencionalidad dramática muy acusada, que algunas escenas como
la de las cajas de cartón nos transmiten gran sensibilidad, que nos proponen
una estética muy colorista y actual, que el uso del utillaje es virtuoso y
delicado, y que nos muestran mucho a Shakespeare, (por acudir a una de sus
bromas), en foto…
Y tengo que señalar que, aunque no me gusta nada que me griten,
ni en el teatro, ni en ningún otro lugar del mundo, y que me riñan tampoco, el
trabajo actoral es descomunal, sobre todo en cuanto a su expresividad corporal.
Por eso, mis aplausos para Matías Bassi, Justina Grande, Hernán Franco, y
multiplicado por cada uno de sus personajes para Martín López. En cuanto a la
dirección de Gabriel Chamé, mis impresiones están muy, pero que muy, divididas.
Para terminar, reafirmarme en que seducen al público de una
forma muy inteligente, con guiños que enganchan, y por eso acudiría a verlos de
nuevo sin miedo a aburrirme ni un momento. Ahora bien, no se lo recomiendo a
los que tengan los oídos muy sutiles.
Salud
No hay comentarios:
Publicar un comentario