martes, 23 de octubre de 2018

"IPHIGENIA EN VALLECAS" con María Hervás

(FIOT 2018)
27 FESTIVAL INTERNACIONAL OUTONO DE TEATRO CARBALLO

CARICATURAS
 (A propósito de “Iphigenia en Vallecas” con María Hervás)

SANTIAGO PAZOS


Algunos actores, en ocasiones, quieren parecerse tanto al original que terminan por convertirse en caricaturas. Lo que en principio no es negativo, a no ser que abusen.  Por el contrario, un cierto exceso potencia el estereotipo y lo identifica. Y en el teatro del engaño el cartón se convierte en piedra y una lágrima es el océano de la tristeza universal.

Por lo general, la desmesura depende del tipo de personaje que se quiere construir. Y esta Iphigenia de María Hervás tiene todas las características  que facilitan los tics exagerados, la invitación al exceso.

Y, en una primera parte, la de la soledad y el desamor, eso es exactamente lo que ocurre. Más que definir al personaje lo ridiculiza. Nos lo muestra grotesco y cosificado. Sin embargo,  en la segunda parte, la del amor salvador, el preparto y malparto, derrocha un cúmulo de expresiones sutiles y sentimientos tan potentes que nos regala humanidad a raudales con una interpretación llena de matices.

Claro que enfrentarse a un monólogo como el que hace María, durante hora y media, en esta Ifi deplorable y santa a un tiempo es una tarea de importancia superlativa. Un reto del que salir indemne es complicado. Y, a mi modo de ver, lo consigue. ¡Bravo por ella! Porque los defectos de esta obra no están en su interpretación, ni aun cuando se convierte en una caricatura.

Los problemas surgen con la credibilidad del personaje. Tengo que decir que no me lo creo, no por culpa de María, sino porque hoy día es difícil que se puedan dar tal cúmulo de circunstancias. No me refiero a que ese personaje marginal no exista, incluso conozco algunos con historiales bastante más lamentables. Tampoco desconfío de la bondad desinteresada y del sacrificio personal, de la humanidad de tanta gente que está dispuesta a ceder parte de su interés particular por el bien común. Seguramente hay más gente así de la que en principio podemos pensar.

Pero en esas circunstancias en las que la marginalidad social está tan enquistada es impensable tal dechado de virtud iluminada, tal transformación radical. Ni el amor, ni la natalidad, son parte de una pócima que tiene el poder de beatificar, ni de convertir en realidad actual las antiguas leyendas. Y aunque hemos visto muchas veces “Pretty Woman” no acabamos de creernos todos los cuentos, por muy bonitos que estos sean.

Por lo demás, claro que las preguntas son las correctas y ahí están, en estas crisis de ahora, en las de antes y en las que vendrán: ¿Quién esperamos que se sacrifique cuando algo va mal? ¿Quién es efectivamente el sacrificado cuando los que mandan quieren algo? ¿Qué va a pasar cuando los sacrificados ya no lo soporten más?...

Ese debate requiere de muchas y profundas reflexiones, históricas, económicas, sociales, políticas y psicológicas. También de sentimientos, pero nunca de milagros.

Insisto: ¡Bien por María Hervás!
Pero…



Salud y larga vida…




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