sábado, 13 de octubre de 2018

"PLAYOFF" de La Joven Compañía

(FIOT 2018)
27 FESTIVAL INTERNACIONAL OUTONO DE TEATRO CARBALLO

LA IMPORTANCIA DEL MENSAJE
(A propósito de “Playoff” de La Joven Compañía)

SANTIAGO PAZOS

 
(Fotografías de David Ruano)

Hay algo en esta obra que, pienso, no admite discusión. La importancia de “Playoff” está en el mensaje. En la lucha de la mujer para no tener que pedir perdón por defender sus derechos. Más que por defenderlos, por ejercerlos sin tener que pedir permiso. Por vivir como quieren sin tener que disculparse. Por no sentirse culpables al exigir ser respetadas como personas y querer competir, convivir, en igualdad de condiciones con los hombres.

A un lado tenemos que dejar las formas en que esa lucha se desarrolla, se visibiliza. En algunos casos con más moderación y en otros desde los extremos más incendiarios. Seguramente todas las posturas son necesarias para desterrar y vencer al machismo y a los paternalismos más aberrantes. Y en esa lucha también estamos los hombres, no todos por supuesto. Y algunos estamos como “una más”, mal que les pese a las feministas más radicales y a los machistas más recalcitrantes.

En la confluencia de los intereses comunes, de las justas reivindicaciones, es el lugar donde se ganan las batallas. Siempre sin perder de vista el principal objetivo, la claridad en el mensaje. Que la discusión sobre las estrategias no nos lleve a confundir el rumbo.


Y una vez aclarado lo importante, el sentido y necesidad del mensaje. Ayer, al terminar la función de “Playoff” se produjo un debate muy interesante entre las actrices y una parte del público interesada en indagar sobre motivaciones y causas. Un debate coincidente en la mayor parte de las opiniones, por no decir todas, aunque discordante en algunas interpretaciones, o malinterpretaciones, tangenciales. Diferencias referidas más a los modos que al fondo de la cuestión.


No intervine, raro en mí, que me apunto siempre a un bombardeo, porque no se habló, o se hizo de pasada, de teatro. Por eso, salvo insistir en lo ya dicho, preferí escuchar y observar el debate desde una posición más contemplativa que beligerante. Y es que, aun estando totalmente de acuerdo con el mensaje, menos explícito en la obra de lo que yo afirmo claramente al comienzo de este artículo, no me parece ningún descubrimiento teatral para admirar si nos detenemos exclusivamente en los aspectos dramáticos.

Es decir, estando de acuerdo con todo lo que se dice, discrepo profundamente de los aspectos formales y de la interpretación  puramente teatral. Fundamentalmente disiento de la propia dramaturgia por recurrir sin necesidad a situaciones luctuosas que la vida nos depara, como el SIDA o la muerte de un familiar cercano, que más que reforzar el tema central, ya de por si potente y con suficiente identidad discursiva, lo diluye y enmascara. Acierta por supuesto en otras muchas referencias como la maternidad, el amor, los celos, la competitividad, el compañerismo, la hermandad, los inconvenientes cotidianos que afectan a la realidad vital de la mujer  en la actualidad, etc…


Y no me convence tampoco ese montaje explosivo e impactante en el que la luminosidad excesiva nos despista, a mi modo de ver, de los componentes dramáticos de una obra que debiera ser representada con expresividad más realista, no copiando esa gestualidad tan manida de series televisivas suficientemente conocidas. Y pienso, además, que esa manera tan estereotipada de actuar, no por culpa de las actrices sino más bien bajo la responsabilidad del director y de la autora de la obra, son una forma de renunciar, consciente o inconscientemente, a su carácter de denuncia en favor de la clonación de comportamientos y roles masculinos.

En definitiva, desde mi punto de vista, un intento voluntarioso al que deben dar continuidad con propuestas de más peso. La lucha por la igualdad es un viaje proceloso y de calado al que no podemos renunciar. Los hombres tampoco…





Salud y larga vida… 









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